LA IMPOTENCIA
(también
la genital)
Bien podemos comprobar
en las consultas que la impotencia se halla mucho más difundida de
lo que se supone. Y es también frecuente que su tratamiento sea
disputado por distintas disciplinas, desde la medicina, los abordajes
psicológicos, hasta llegar a los tratamientos conductistas que
propone la sexología.
Vías a través de las
cuales se puede llegar a solucionar el problema funcional mecánico,
por decirlo de alguna manera, pero que suelen dejar de lado la
posibilidad de otras formas de satisfacción sexual, recordando una
vez más que en el síntoma algo se satisface siempre aunque vaya en
contra de lo que podría satisfacer al sujeto.
Es un trastorno que se
presenta de manera inesperada y aqueja a hombres con gran motivación
para realizar el coito. Se manifiesta generalmente en la falta de
erección, es decir, sus genitales rehúsan el cumplimiento del acto
sexual deseado.
Es interesante destacar
que el síntoma puede acontecer siempre con las mismas personas y
nunca con otras, lo que sumerge al sujeto aún más en la confusión.
El impotente siente que
su actividad sexual es caprichosa y fácil de perturbar. No sucede lo
que él espera y además, siente que en él actúa una poderosa
voluntad contraria a sus tendencias sexuales.
Tiene una gran
excitabilidad pero en el momento de consumar, sus genitales se
retiran de la escena y ya no sabe qué entregar, pues se han
convertido en los de un niño.
Le atrae intensamente lo
que no puede y fracasa en cada intento.
La impotencia puede ser
un síntoma en sí y también síntoma de otros conflictos.
Puede suceder que en
cualquier situación vital problemática, sorprendente o muy intensa,
aparezca la impotencia o, en otros casos, la eyaculación precoz.
El padecimiento en estos
hombres suele presentarse esparcido en diversos ámbitos de su vida:
se sienten impotentes educando a sus hijos, incapaces en su trabajo o
con grandes dificultades para ganar dinero.
Es habitual en ellos un
discurso repetitivo con la queja como tema principal, a veces
dirigida sobre el mismo síntoma y, otras veces, puesta de manifiesto
en situaciones como las mencionadas anteriormente.
Con esto queremos decir
que la falta de potencia para amar o para trabajar también es
impotencia aunque haya erección.
Dicho de otra manera, lo
genital no es toda la sexualidad del sujeto humano.