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domingo, 1 de julio de 2018

SEXUALIDAD HUMANA LA FRIGIDEZ


de la 
LA FRIGIDEZ



La impotencia y la frigidez (también llamada impotencia femenina) se caracterizan por presentarse como una carencia, ya sea de erección, de lubricación, de sensibilidad vaginal o de sentimientos en cuanto a los objetos amorosos.
Describimos la frigidez como la falta de satisfacción propia de las tendencias sexuales y diremos que su extenso imperio –si tomamos en cuenta sus formas transitorias- puede considerarse genérico y supone todo el entramado inconciente que producen las neurosis. De ahí el muy frecuente fracaso de los mejores oficios del compañero más deseado, de ahí también el carácter inaccesible que la frigidez presenta a todo tratamiento corporal y a la influencia de la sugestión.
Los casos de mujeres que padecen frigidez y gozan haciendo el amor con hombres a los que conocen, por ejemplo, en otro país durante un viaje, no nos hablan tanto de una curación milagrosa, como de un permiso para gozar que la mujer se otorga ante la garantía de que la relación casi no existe y, seguramente, no continuará.
Hay casos, sin embargo, que pueden arrojar alguna luz sobre el enigma de la frigidez: después del primer coito o incluso después de cada uno de los sucesivos, brota en la mujer una hostilidad, insultando, amenazando, gritando al compañero sexual de que se trate. Ella lo ama tiernamente, muchas veces lo incita a hacer el amor y además encuentra en ello una innegable satisfacción. Sin embargo, sobreviene luego la reacción contraria, la hostilidad después de haber gozado, que se nos muestra como un resultado de aquellos mismos impulsos que se manifiestan en otros casos como frigidez sexual.
Diremos que el dolor por el desfloramiento –que no tiene por qué repetirse en sucesivos actos sexuales- es lo que parece causar la hostilidad después del goce, pero no tardamos en darnos cuenta de que dicha hostilidad está determinada por la “ofensa narcisística” –el dolor psíquico- concomitante a la destrucción del himen del que la mujer hace depender su valor sexual.
Por otro lado hay un desengaño, con el primer coito se ha perdido el atractivo de lo prohibido. Si esta idea predomina impide el desarrollo del amor y el acontecer del goce; la mujer sólo recobrará su sensibilidad en relaciones ilícitas y rigurosamente secretas donde se sienta dueña de su propia posibilidad de gozar.
Aunque este trastorno acontece en una parte del cuerpo, la vagina, no debemos olvidar que el cuerpo –no el organismo- es escenario de la vida psíquica.

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