de la
LA
FRIGIDEZ
La impotencia y la
frigidez (también llamada impotencia femenina) se caracterizan por
presentarse como una carencia, ya sea de erección, de lubricación,
de sensibilidad vaginal o de sentimientos en cuanto a los objetos
amorosos.
Describimos la frigidez
como la falta de satisfacción propia de las tendencias sexuales y
diremos que su extenso imperio –si tomamos en cuenta sus formas
transitorias- puede considerarse genérico y supone todo el entramado
inconciente que producen las neurosis. De ahí el muy frecuente
fracaso de los mejores oficios del compañero más deseado, de ahí
también el carácter inaccesible que la frigidez presenta a todo
tratamiento corporal y a la influencia de la sugestión.
Los casos de mujeres que
padecen frigidez y gozan haciendo el amor con hombres a los que
conocen, por ejemplo, en otro país durante un viaje, no nos hablan
tanto de una curación milagrosa, como de un permiso para gozar que
la mujer se otorga ante la garantía de que la relación casi no
existe y, seguramente, no continuará.
Hay casos, sin embargo,
que pueden arrojar alguna luz sobre el enigma de la frigidez: después
del primer coito o incluso después de cada uno de los sucesivos,
brota en la mujer una hostilidad, insultando, amenazando, gritando al
compañero sexual de que se trate. Ella lo ama tiernamente, muchas
veces lo incita a hacer el amor y además encuentra en ello una
innegable satisfacción. Sin embargo, sobreviene luego la reacción
contraria, la hostilidad después de haber gozado, que se nos muestra
como un resultado de aquellos mismos impulsos que se manifiestan en
otros casos como frigidez sexual.
Diremos que el dolor por
el desfloramiento –que no tiene por qué repetirse en sucesivos
actos sexuales- es lo que parece causar la hostilidad después del
goce, pero no tardamos en darnos cuenta de que dicha hostilidad está
determinada por la “ofensa narcisística” –el dolor psíquico-
concomitante a la destrucción del himen del que la mujer hace
depender su valor sexual.
Por otro lado hay un
desengaño, con el primer coito se ha perdido el atractivo de lo
prohibido. Si esta idea predomina impide el desarrollo del amor y el
acontecer del goce; la mujer sólo recobrará su sensibilidad en
relaciones ilícitas y rigurosamente secretas donde se sienta dueña
de su propia posibilidad de gozar.
Aunque este trastorno
acontece en una parte del cuerpo, la vagina, no debemos olvidar que
el cuerpo –no el organismo- es escenario de la vida psíquica.
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